Había que intentar algo para desviar la atención. Desde hace varias semanas el gobierno empezó con el cuento de la Habilitante. Toda una infructuosa maniobra de distracción. Mientras avanza la crisis social y económica, el gobierno no podía quedarse sin intentar nada. Más inerme no puede estar.
Y es el caso que se acude a la trillada “genialidad” de una ley habilitante. Esto es, una ley redactada exclusivamente para llenar una formalidad, para que parezca que se cumplen unos procedimientos. Es verdad que es así para todas las leyes, pero en este caso se trata de que el Poder Legislativo delegue sus responsabilidades constitucionales al Ejecutivo. Para ajustarse a un libreto en el cual poco importa el problema a solucionar o la urgencia que podría justificar la aceleración de los plazos legislativos. Entonces se inventa la excusa: la lucha contra la corrupción. Podría haber sido cualquier otra. Sin tener consideración de que la lucha contra la corrupción tiene todos los instrumentos legales necesarios.
El fondo del asunto es que estamos en la segunda semana de octubre. Las elecciones del 8 de diciembre están a dos meses. Y esos meses se ven largos. Porque la crisis de la escasez avanza a paso firme, las colas ya son evidentes en todos los sitios, para comprar cualquier bien de consumo básico hay que dedicarle varias horas, ir a diferentes mercados, para muchas veces volver a casa con las manos vacías. Ese es el malestar real de los venezolanos. Y resulta que para ellos la solución que tiene el gobierno es la brillante idea de una nueva habilitante.
Y entonces dice que le van a “incorporar” la materia económica. Y cuando se justifica a la Habilitante, el señor Maduro dice que lo hace para enfrentar el rentismo petrolero. Como si no tuviera nada que ver con el mismo gobierno que ha acabado prácticamente con las exportaciones no petroleras, que ha devastado nuestra capacidad de producción industrial, y que ha deteriorado sistemáticamente nuestra capacidad científica-tecnológica. Ese mismo gobierno viene ahora a decir que tiene la solución.
En pocas semanas el señor Maduro recibirá de un viaje todas las señales del malestar que se niega a ver. Casi el 70% de los venezolanos le adjudican exclusiva responsabilidad en el deterioro de la situación social y económica. En las elecciones del 8 de diciembre el mensaje le quedará bastante claro. Y en el inicio del 2014 tendrá mayores evidencias del desastroso manejo económico del cual es plenamente responsable.
En ese momento se habrán reducido las alternativas de distracción. Las posibilidades de solución pasan por entender que hay que cambiar totalmente la dirección. Que todo este modelo es un absoluto fracaso. Y que la habilitante que aspira, será otra evidencia de la mayor incompetencia en el manejo de la hacienda pública en nuestra historia republicana.
Politemas, Tal Cual, 9 de octubre de 2013
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