Cuando comenzó este largo gobierno (1999), el 16% de los venezolanos opinaba que el Estado podía resolver todos los problemas. Tal era el hallazgo reportado por la encuesta de Latinobarómetro del año anterior. Ese porcentaje era el más alto en todos los países de América Latina en los que se realizó la encuesta. Si a ese porcentaje se le suma los que opinaban que el Estado podía resolver la mayoría de los problemas, se alcanzaba al 46% de la población.
Existen razones para fundamentar esa opinión en aquel momento. La condición de país petrolero, y especialmente, el aumento de los ingresos experimentado en los años setenta y ochenta, condicionó en gran medida la creencia de que el Estado efectivamente podía resolver todos los problemas. La creación de empresas públicas y el traspaso de la industria petrolera a manos del Estado, fueron consideradas como pruebas de esta capacidad.
El hecho de que un gran porcentaje de la población pensara que el Estado podía con todos los problemas, no debe interpretarse como exclusión del sector privado o desacuerdo con la economía de mercado. De hecho, casi el 70% de la población opinaba que la economía de mercado era lo más conveniente para el país. Un porcentaje similar indicó que la empresa privada era beneficiosa.
En este contexto, que podríamos llamar una especie de “caldo de cultivo”, se inicia la gestión de un gobierno que progresivamente fue aumentando el rol del Estado en la economía, hasta el punto que empezó a excluir sistemáticamente a todos los demás actores productivos. La tendencia a controlar el Estado, para desde allí imponerse a toda la sociedad, fue cobrando mucha más fuerza. A partir de 2007 se desencadena una permanente agresión al sector privado, con la nacionalización y expropiación de muchas empresas.
Todo esto se realiza en medio de un incremento inusitado del precio del barril de petróleo, el cual trae consigo una expansión del consumo y del ingreso de las familias. Tales condiciones influyeron para reforzar la percepción de que el Estado podía resolver todos los problemas. En 2010, el porcentaje de personas que opinaba que el Estado podía resolver todos los problemas ascendió a 46%. Si a ello sumamos el porcentaje de personas que pensaban que el Estado podía resolver la mayoría de los problemas, se alcanza el 80% de la población.
La acción de los gobiernos, y especialmente aquellos en los Petroestados, contribuye a difundir la creencia de que pueden resolver todos los problemas. Antes que informar sobre las reales posibilidades del Estado, los gobernantes terminan aumentando estas tendencias omnipotentes.
No se dispone de cifras recientes para examinar si en estos años de escasez y fracaso de la actividad económica en manos del sector público, ha disminuido el apoyo a la omnipotencia del Estado. En todo caso, lo que es muy evidente es que el porvenir de Venezuela requiere una revisión a fondo de este tema. La concepción del Estado omnipotente debe dar paso a una visión más moderna, más real, que considere más las posibilidades efectivas. Es, sin duda, uno de los retos más acuciantes para alcanzar el real desarrollo sostenible.
Politemas, Tal Cual, 18 de noviembre de 2015
2 comentarios:
Ahora mas que nunca, debe comunicarse la importancia de las reformas estructurales introducidas por la COPRE y la visión de futuro que tuvo CAP II como lider político. Ademas, que los partidos políticos actuales comprendan los errores históricos cometidos por algunos en AD al conspirar con miopía política contra las Reformas necesarias para la época para que no jueguen ahora contra la Democracia como lo hicieron algunos de AD en aquel entonces.
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